El campamento siguió un ritmo común, ciertas actividades repetidas del anterior campamento al que fui, por ejemplo. Sin embargo, algunos de los acampantes no querían realizar muchas actividades por el cansancio. Me costó tratar con los chicos, pues era mi primera vez como líder de cabaña, por lo que no tenía experiencia. Sin embargo, seguí los consejos que un amigo con experiencia me dio, y se notaron los resultados. Tras realizar dentro de la cabaña actividades para conocernos mejor, conversar en general, contar chistes, etc., logré ganarme la confianza de la cabaña, siendo esta la primera noche del campamento.
El siguiente desafío resultaría establecer lazos de confianza, sin romper reglas ya que eran traviesos, entre los chicos. En la cabaña me dí cuenta de que el grupo que me tocó no era tan unido, eran grupos que aparenta que en el ámbito escolar no se relacionan mucho, pero sí que les gustaba hacer travesuras. No era un requisito "unirlos", pues han habido líderes que solo les interesaba mantener en orden la cabaña, sin considerar que son chicos, como todos. Conversando más con todos logré que empezaran a hablar entre ellos con más confianza, haciéndose retos, etc. Aún así, tenía que imponer el control sobre el grupo. En la actividad de integración "Rompehielo" muchos de los chicos estaban cansados por el largo camino, o simplemente no tenían ganas de realizar actividades. Entonces tuve que animarlos o convencerlos de cantar o seguir despiertos hasta el termino de la actividad para que vuelvan a descansar en la cabaña.
No solo me tocó tener que cuidar y mandar a los chicos, también tuve que animarles para hacer barras y actividades a lo largo del campamento. El Domingo en una gran actividad me asignaron a una serie de juegos. Empezó bien la actividad con globos de agua, pero al escasear los materiales se me complicó, tuve que improvisar y cambiar la actividad según el gusto burlón y de competencia de los chicos, por lo que terminó siendo un éxito la actividad.
Lo relaciono con el resultado de aprendizaje Número 7 porque tuve que asegurar que los chicos realicen las actividades y evitar que se expongan al peligro o hagan travesuras. Inclusive se rehusaban a salir de la cabaña, pero lo correcto era cumplir con las actividades, mas cuando realmente estaban muy cansados o desganados, mejor era llevarlos a la cabaña y divertirnos conversando. Una vez a un chico, como una supuesta "broma" le echaron sopa en su comida. Para que no se quede con hambre, le ofrecí mi comida, pues primero son los acampantes. Lo importante fue que, al final, los miembros de la cabaña desarrollamos lazos fraternos y, en la despedida, nos despedimos con un gran abrazo grupal.
(Toda imagen pertenece a la página oficial de "Campamento EL Fortín", publicadas con el previo consentimiento de los apoderados de los menores y líderes que aparecen en estas)
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